1 ago 2009

Televisa: del Tepeyac al Estadio Azteca

Por: Narces Alcocer Ayuso

En diversas ocasiones he tenido la oportunidad de opinar sobre tres delicados temas, estos son: Televisa, el misterio guadalupano y el fútbol (que no futbol). Por sí solos son temas complejos y no alejados de polémica, a partir de la perspectiva propia como también desde un punto de vista integral (por aquello que se relacionan estrechamente). Y si bien podríamos analizar cada uno por separado, es necesario considerar que el todo es mayor a la suma de sus partes y mejor ejemplo no hay sino el que conforman estos tres tópicos.
¿Hasta dónde puede llegar la perspicacia del lector para dilucidar la relación entre el gigante de las telecomunicaciones, el fenómeno mariano y el deporte más popular del mundo?, la idea primaria aparece entre mariachis y tequila (con el perdón de Lupita), lo que liga todo al ámbito nacional. Esto significa que son tres componentes básicos de la identidad del mexicano, lo que si bien muchos consideran le "pone la sal" a nuestra raza mestiza, a la hora de achacar conductas impropias nadie los imagina en el plano inmediato, cuando la realidad pueda no ser la comentada.
Iniciaremos con el de mayor antigüedad, lógicamente la aparición mariana que data del siglo XVI; cuenta la leyenda que el indio Juan Diego fue abordado en el cerro del Tepeyac por María, en su advocación guadalupana, solicitándole acudir donde el obispo, fray Juan de Zumárraga, para hacerle una petición que consistía en la construcción de un templo en esa misma colina. El indígena cumplió con cabalidad la no modesta petición por lo cual el religioso haría caso omiso evidentemente; de nuevo la mística mujer insistiría en su orden, al igual que el indio la daría a conocer y su excelencia la refutase. En el último intento la "Tonanzin" le indicaría a Juan Diego cargar con unas rosas que serían prueba fehaciente del milagro, toda vez que en aquel árido cerro nunca crecerían flores tan hermosas. El hombrecillo vacilaba en su encomienda pues un familiar suyo adolecía de penosa enfermedad a lo que María aseveró: "¿que no estoy yo aquí que soy tu madre?". Con este espaldarazo el mexicano llevó hasta la diócesis las flores, sin saber que en su tilma envuelta se plasmaba la imagen de esta mujer que al ser descubierta persuadiría al religioso de la encomienda.
Alejándome del punto de vista espiritual, el relato es interesante y emotivo, siendo hoy por hoy pilar de la creencia religiosa del católico mexicano; sin embargo este fuerte componente no siempre lo ha sido -contrario a lo que muchos pudieran imaginar-; basta con retomar el pensamiento del primer testigo de la figura en el ayate, el obispo Zumárraga, quien se expresaría en su doctrina venidera, La regla cristiana, a que “en el mundo ya no ocurrían milagros (entiéndase tangibles) pues Dios ha considerado que ya no son menester”, es decir, una simple derivación de “dichosos los que creen sin ver” (Juan 20:29). Curiosamente el franciscano jamás en sus extensos escritos haría mención siquiera del milagro que la leyenda cuenta fuera partícipe.
La primera construcción en el cerro se limitaría a una pequeña capilla que por los estragos del tiempo cedería su lugar a otra construcción, tampoco monumental. Por varios siglos los diversos inmuebles marianos darían cabida suficiente a los feligreses, limitándose éstos prácticamente a los capitalinos de la Nueva España, exceptuando el día doce del doceavo mes, año tras año, durante la conmemoración del milagro, a la cual acudía una cantidad considerablemente mayor de fieles.
El ejemplo de María es notable en la tradición cristiana, es un homenaje al servicio con el Señor y total acatamiento de su voluntad; la veneración hacia este misterio es enfático en los católicos, pero la veneración a Guadalupe por parte los mexicanos roza peligrosamente la adoración (exclusiva a Dios). En una ocasión -durante una visita del desaparecido pontífice polaco- se dijo que si bien no todos los mexicanos eran católicos, sí todos eran guadalupanos, y aunque en lo personal no me siento aludido ni me enorgullece tal afirmación, es suficiente observar la asiduidad de fieles diariamente y la titánica concentración humana los días 12 de diciembre al controvertido santuario para entender que la declaración en aquel viaje pastoral no carecía de sustento.
Pero ¿qué fue lo que motivó al mexicano a desbordar su pasión por el mito mariano? seguramente habría sido el funesto entorno que nos trajo la crisis moral transrevolucionaria o la precaria situación económica posterior al choque armado, ambas harían atractiva la religión como manera de sobrellevar la vida (el opio divino), mas ninguna de estas razones es la causa, prueba de ello es el desencuentro religioso acaecido durante la gestión de Calles: si en aquellos años hubiese existido un fervor guadalupano como en nuestros días seguramente habría sido llamado peyorativamente tal conflicto no Guerra Cristera sino Guerra Lupera, lo que nos remite a épocas todavía más recientes del pasado siglo XX, años en los que los medios de comunicación se abrían paso en los hogares mexicanos, encabezados por la XEW de don Emilio Azcárraga Vidaurreta. La imagen guadalupana sería declarada a finales de la misma centuria como "Reina de México" y -aunque a regañadientes- "Emperatriz de la Américas".
Dejando pendiente el tema mariano nos enfocamos al deportivo, concretamente al fútbol (que no futbol). Este antiguo pasatiempo inglés ha cogido gran arraigo en todo el mundo, especialmente en la raza latinoamericana de donde han salido sus mayores exponentes. La atracción de este deporte radica en su definitiva simplicidad y fácil comprensión para cualquier hijo de vecino que no tiene la paciencia de atender a las estrategias de cualquier otra distracción más o menos compleja que sobrepase los 90 minutos, condición preponderante en la mayoría del vulgo. Sin el afán de comentar el gusto europeo por el balompié, dada la afición por parte del Viejo Mundo a los deportes extraños (léase Polo, Cricket, Jaialai o Rugby), el fanatismo latinoamericano por el fútbol radica más allá de la creíble explicación que algún analista diera hace algunos años respecto a la añeja vocación de esta raza por los juegos de pelota, concretamente en Mesoamérica. La hipótesis es fácilmente desechada considerando que los máximos jugadores hispanoamericanos son de raíces europeas (Maradona, Sánchez, Kaká) o bien africanas (Pelé, Ronaldinho), sin hacer de menos el componente americano autóctono. Por tal motivo el gusto latino por este deporte radica en algo más que en aspectos antropológicos pues sería el colmo que los máximos exponentes del ancestral juego de la pelota, los mayas, no disfruten actualmente (sus descendientes) del fútbol como de otros deportes, concretamente del beisbol (que no béisbol, aunque así deba expresarse).
Toman entonces protagonismo otras influencias que necesariamente marcaron el gusto futbolero hispanoamericano, sobretodo del mexicano quien -como canta Salvador Flores- sueña ver ganar a su Selección. La melodía del ingenioso compositor no diverge de la realidad, pues así como con el mito mariano busca sobrellevar su situación, con la distracción que ofrece el deporte mencionado busca también "pasarla".
La llegada del fútbol a nuestro país data de 1899, más reciente que otros deportes como el beisbol cuyo arribo al país se remonta a 1877, cuando los tripulantes norteamericanos de la corveta Montana jugaron una “cascarita” en el puerto de Guaymas, Sonora, o bien en el puerto de Progreso, Yucatán donde se armó el primer equipo de beisbol (con vacacionistas procedentes de Cuba) en el año de 1892; ambos casos con mayor antigüedad que el primero.
El "Rey de los deportes" predominaría en las regiones norte y sur-sureste del país y se mantendría a la par con el futbol en el centro, donde las oficinas corporativas inglesas promovían su práctica.
La constante incursión cubana a México fortaleció el gusto por el beisbol, así lo observamos en las viejas películas a blanco y negro que muestran una notoria afición beisbolera con la presencia infaltable de los antillanos. Tras la expropiación petrolera de 1938 las compañías inglesas abandonaron el país no sin antes haber contagiado su embeleso futbolístico a un sector de la población chilanga, aquella que se codeaba con los mismos británicos. De nuevo se limitaba la práctica al centro de la República, hasta que en los años 50 fue catapultado por los medios de comunicación al grado de sobrepasar en el Distrito Federal al beisbol y a las corridas de toros, otrora máxima distracción de la capital.
En cuanto a la arraigada afición capitalina por el beisbol, este singular deporte había sido promovido por tantos personajes como Fray Nano (fundador de la Liga mexicana), Pasquel o Peralta durante varias décadas; es nostálgico ver las fotografías del viejo Parque Delta o el malogrado Seguro Social atiborrados de gente, situación repetitiva partido tras partido hasta la década de los 80 donde tras la penosa huelga de la Liga el público volteó las miradas al acoso futbolero que terminó en la supremacía tras el campeonato mundial de 1986.
Este asedio futbolístico no era cuestión de simple competencia, detrás se hallaba la sombra nuevamente de la familia Azcárraga. El actor Adalberto Martínez Resortes (q.e.p.d.) filmó un exitoso largometraje titulado “El beisbolista fenómeno” durante los años 50; la industria cinematográfica influida por Televicine, desatinó en producir un “refrito” llamado “El futbolista fenómeno”, toda una bofetada simbólica al “Rey de los deportes” y al estupendo actor y bailarín, Resortes, quien toda su vida se declaró amante del beisbol y que por necesidad y rondando los 60 años tuvo que participar en esta segunda película.
Los asuntos hasta ahora comentados nos han llevado a un mismo punto: Televisa. Este emporio de las telecomunicaciones vio sus orígenes en 1950 con la creación de Telesistema Mexicano (canal 2, XEW-TV) por don Emilio Azcárraga Vidaurreta. En 1973 se fusionaría con Televisión Independiente (empresa de capital regiomontano) para crear Televisa. En esa misma década inició el ascenso futbolero gracias a la implacable promoción de Roberto Gómez Bolaños, un alfil de don Emilio, a través de sus numerosos programas cómicos y sus películas como “El chanfle”. La influencia sería total para América Latina.
La plenitud de Televisa estuvo a cargo de Emilio Azcárraga Milmo (a) "El Tigre", quien se vio beneficiado por el apoyo gubernamental priísta de varios sexenios a cambio de la incondicional difusión del aparato oficial y en detrimento de la oposición. A cargo de la impasible figura de don Jacobo Zabludovsky la televisora se encargaba de informar al pueblo sobre los hechos no siempre acotados a la verdad, portando siempre el estandarte oficialista.
A la par de este fenómeno mediático, Televisa cumplía cabalmente con la encomienda de Azcárraga Milmo, quien habría dicho: “México es un país de una clase modesta muy jodida (sic), que no va a salir de jodida; para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente, sacándola de su triste realidad y de su futuro difícil (…) la clase modesta no tiene otra manera de vivir o de tener acceso a una distracción más que la televisión”
Así se encargaba de otorgar el circo al pueblo; si bien el gobierno para mantener calmadas a las masas debía otorgar pan y circo, dejaba esta última tarea al "Tigre", quien a través del favoritismo convirtió a la empresa en la televisora de habla hispana número uno del mundo, (más que nada en cuanto a su influencia y no por los términos económicos, siendo actualmente superada por otras telecomunicadoras latinas como Globovisión).
Pero ¿cómo acaparó Azcárraga la atención del pueblo mexicano? principalmente a través de los programas deportivos, de “variedades” y telenovelas, pero no por su valor artístico, competitivo o histriónico, sino por los mensajes explícitos e implícitos que aunado al monopolio de varios lustros enajenaron la idiosincrasia mexicana. Los pilares de este espectáculo serían dos (pueden imaginarlos): el misterio de Guadalupe y el fútbol. El primero, no tan explícito, puede dilucidarse en la monótona programación de las teleseries vespertinas que son un lastre para el desarrollo del país, desde "Mundo de juguete" hasta "Al diablo con los feos", pasando por "Colorina", "El maleficio", "Cuna de Lobos y "Rosa salvaje", todas y cada una de ellas está plagada del culto guadalupano que lleva subconscientemente a las masas a desarrollar una simpatía poco recomendable por él. También el vetusto programa dramático de Silvia Pinal es un claro ejemplo, aunque el clímax son las emisiones especiales dedicadas a la morena del Tepeyac antes, durante y posterior a su aniversario, como lo son las famosas "mañanitas"
Y es que la devoción de los Azcárraga tendría que ser obligatoria para todo el país de jodidos: virgencita por aquí, virgencita por allá; el verdadero estandarte guadalupano no lo llevó Hidalgo, lo llevó Emilio Azcárraga, y todo quien lo refutará sería destruido: ¿cómo no recordar la polémica que levantó las declaraciones del abad Schulenburg respecto a las incógnitas sobre la real existencia del indio Juan Diego? evidentemente Televisa armó tremendo escándalo y difamó al religioso con total anuencia de la Arquidiócesis Primada, que en este caso vio amenazada su mina de oro. El anciano religioso fue incluso expulsado del asilo de curas, pintorescamente llamado “Casa del sacerdote”, bajo orden del cardenal Rivera.
Guadalupe estaba de moda y con el auge de este culto los viejos templos del Tepeyac resultarían insuficientes para acoger tal cantidad de feligreses (o mejor dicho consumidores), por tal motivo se habría dispuesto desde 1976 la construcción de una moderna y funcional basílica, financiada de manera sustancial por la familia Azcárraga; el arquitecto encargado de la obra sería nada menos que Pedro Ramírez Vázquez, el mismo quien construyera el Estadio Azteca ¿coincidencia?
En 1996, al día siguiente de la irreparable pérdida que trajo la muerte de Heberto Castillo, el "Tigre" Azcárraga expiró su último aliento, abatido por el cáncer; las exequias tuvieron lugar ¿adivinen dónde? ¡en la Basílica de Guadalupe!, lugar donde hasta el día de hoy reposan sus restos (¿no que ya no habían criptas?) El magnate dejó a manos de su hijo Emilio Azcárraga Jean una empresa que no se encontraba en las mejores condiciones financieras, posiblemente por la prepotencia intransigente de varios años, lo que hicieron necesaria la participación de capital ajeno a la dinastía; esta participación accionaria está acaparada en su mayoría por Carlos Slim y María Aramburuzabala, dueños del Grupo Carso y Grupo Modelo respectivamente. Sin embargo la mayor parte de las acciones continuaron en manos de los fundadores, quienes se empeñaron en mantener esta dirección exclusiva a la veneración guadalupana telenovelesca y al fútbol.
Estudiando ahora este último resulta ofensiva la difusión exagerada del mismo, la programación reboza de partidos de balompié y no concede espacio en televisión abierta para otros deportes, únicamente las eliminatorias o partidos finales de la NBA, NFL o las Ligas Mayores de beisbol, todas de los Estados Unidos, una verdadera vergüenza.
Tampoco en la sección deportiva de los noticiarios o programas especializados se le otorgan espacios a deportes ajenos al fútbol, al menos sean noticias extraordinariamente extraordinarias. Por el contrario se la pasan analizando partido por partido, jugada por jugada, gol por gol y ángulo por ángulo, y no sólo eso, también comentan las opiniones de una larguísima lista de gente que nadie conoce, hasta de los "franeleros" del Paseo de la Reforma, terminando por presentar un denigrante entremés tipo guiñol con la mano de algún estúpido para mofarse de situación cualquiera. Aunque no forme parte de mi vocabulario no encuentro otra manera de expresarme: ¡ya chole!
Lo peor ocurre durante periodos de inactividad futbolística; los esperado sería cederle los tiempos a la larga lista de deportes practicados en el país, en cambio se la pasan presentando la vida de los futbolistas y directores técnicos: dónde están, qué hacen, qué comen, a qué escuela asisten sus hijos, qué marca visten e incluso indiscreciones como cuándo habría sido su “primera vez”... ¡caramba!, esto es el colmo, actúan como cualquier prensa rosa.
Todas estas sucias artimañas del consorcio buscan prevalecer la afición de Emilio Azcárraga, además de hacer más redituable la añeja adquisición de sus equipos: el América y el Necaxa, además del reciente San Luis. El Estadio Azteca se pagó solo. Aquellos equipos ya contaban con seguidores propios, pero al estar en manos de Televisa y su agobiante promoción ganarían mayor número de seguidores, especialmente el Club América, al grado de contar con una afición enfermiza que llega a la violencia extrema en su particular "desborde de pasión".
Y el abordaje futbolero no es exclusivo de los medios televisivos, por ejemplo: como lector empedernido de "Condorito" recuerdo un chiste donde la profesora del sobrino Coné le había llamado (a Condorito) para comunicarle la reprimenda hacia el chiquillo por haber afirmado éste que en el mundo sólo importaban el dinero y la mujeres, a lo que el tío corrigió, replicando tanto al niño como a la mentora, que no sólo contaban el dinero y las mujeres sino también el fútbol.
Lo interesante de este chiste machista no radica en esta conducta, al menos no para nuestro análisis, sino en su veracidad para los mexicanos, amén de ser el pajarraco originalmente de Chile. Nuestro país es el principal mercado para estas historietas, siendo incluso tirados ejemplares para vasta zona de Latinoamérica y los Estados Unidos, aun en ocasiones hasta para el propio país sudamericano. Es fácilmente explicable la afición futbolera del cóndor ya que el tiraje de la famosa historieta está a mano de la poderosísima empresa Editorial Televisa, filial obvio del gigante televisivo. Las explicaciones sobran.Así entonces el criterio de los mexicanos ha sido cercado por estos fenómenos que tienen en Televisa su máximo artífice, o bien es la televisora quien crea adicción a través de los mismos fenómenos de manera subconsciente, cubriendo la necesidad de émulos del mexicano. Y es que son diversos los obstáculos que nos impiden progresar como sociedad, pero son punteros los comentado hasta ahora. México puede y debe avanzar, de nada servirán los despliegues fervorosos a la basílica ni la incursión de Rafael Márquez en el Barça, sólo lo hará el día que renuncie a la caja idiota, en especial a la adictiva y monótona programación del "Canal de las Estrellas", el rating es nuestra arma ¿tienen el valor o les vale? NRAA. Mérida, Yucatán .