Por: Narces Alcocer Ayuso
Hace poco más de dos años, digiriendo aún el regreso tricolor a la gubernatura, me encontraba rotando en el Hospital Regional “Ignacio García Téllez” (T1), en el servicio de Cirugía, bajo supervisión de conocido galeno. Cierto día, durante la visita vespertina, un paciente requirió una incapacidad laboral para lo cual el mencionado médico le solicitó su credencial de elector a lo que el enfermo aseguró no poseerla debido a que la había cambiado por unos kilogramos de carne en las últimas elecciones estatales; picado el cirujano, tuvo la curiosidad de preguntarle cuál partido recurrió a sendo delito y el infeliz cristiano respondió llanamente: el PRI.
Esta revelación sólo confirmó mis temores sobre la inminente gestión de Ivonne Ortega, temores plenamente fundamentados hasta el día de hoy, no tanto por la mujer sino a causa del terrible proceder de tantas mafias, como la pseudo-estudiantil, alentadas por un intocable grupo poderoso más allá del conocimiento de la sociedad yucateca, y que soportan la imagen de nuestra iletrada mandataria.
Con la necesidad de elegir contendientes para los comicios del 2007, el PRI local experimentaba por primera vez la ausencia de Víctor Cervera; acostumbrados a los designios cuasi-divinos de “Balo”, quien había relegado de forma impía a los diversos cabecillas dentro del mismo partido, el tricolor navegaba al garete sin otra figura moral donde apoyarse y sin idea de cómo postular a sus candidatos. Entre los aspirantes para competir por la candidatura principal se apuntaron Dulce Sauri, Orlando Paredes, Rubén Calderón, Carlos Sobrino, entre otros, pero no figuraba Ivonne Aracely.
Pudo haberse llevado una contienda interna como era común en los comités de otras latitudes, sin embargo con la licenciada Sauri sintiéndose heredera de Cervera y la popularidad del profesor Calderón en el campo, aunado a la reciente dirigencia de Carlos Sobrino en el PRI y la facilidad de Paredes Lara por crear polémicas, cualquier contienda habría sido un suicidio electoral. Con extraña prudencia se resolvió en recurrir a encuestas para obtener candidato o candidata, en aquel entonces nadie fuera de la Casa de Pueblo (y quizá ni dentro de ella) supo realmente la causa de tal decisión. Curiosamente la empresa encargada de realizar las consultas sería la multinacional Mitofsky (conocida por ir a la mano del gigante de las comunicaciones Televisa) y no una local.
A pocos días de iniciar las encuestas y cuando supuestamente era inválido cualquier otro registro, la senadora Ivonne Ortega –quien llegó a la Cámara por primera minoría y no por resultar vencedora- urgió su inclusión que fue aceptada ante la sorpresa de todos. A la par, un desdichado priísta conocido por autodenominarse “privilegiado” ante la concordancia de sus efemérides con las del PRI, también pretendió su registro pero le fue negado, dando lugar a sospechas de lo que ocurriría.
Ortega Pacheco, salvo por ser sobrina del cacique de “Chen Pato”, era prácticamente desconocida y con anterioridad sólo aparecía en los medios durante su ejercicio como diputada tras cada grotesca intervención en la tribuna del Congreso local, donde solía recurrir a altisonancias en los debates legislativos. La falta de preparación de dicha mujer, la antipatía de parte de muchos pirístas y una pésima imagen que empeoraban su marcada obesidad y padecimientos dermatológicos, aunado al poder de los “dinosaurios” a los que se enfrentaba, le auguraban poco éxito en las encuestas.
Mas fue impactante, sorprendente, inaudito que a la hora del veredicto resultara vencedora; nadie lo creía. En el café circuló la versión lógica de que Dulce María había resultado ganadora pero por “disposición superior” las trilladas consultas no le favorecieron. Se supuso que el ex presidente Salinas saldó una cuenta pendiente con la otrora gobernadora interina debido a un desplante de la misma en el tiempo que coincidieron sus respectivas titularidades, sin embargo eso no explicaba la razón por la que fue elegida la Sra. Ortega; unos lo achacaban a su lealtad a Roberto Madrazo, pero en contrapunto su cercanía con el novedoso gobernador del Estado de México, Enrique Peña, y por tanto con Arturo Montiel, ponían en duda tal teoría. Circuló también la ridícula versión de que la había designado el propio Víctor Cervera desde su escondite en Europa tras fingir su muerte. Entre otras tantas, la hipótesis más esgrimida fue la de la apropiación de las riendas del PRI local por una oligarquía del centro de la República, teniendo como mediador a Emilio Gamboa Patrón y otros personajes.
Y todavía se dijo que, aprovechando la desaparición de Cervera, esa oligarquía asumió el control del tricolor yucateco debido a la victoria segura que obtendrían en aquellas elecciones toda vez que se había pactado el triunfo del PAN en Baja California por otro del PRI en Yucatán. Al menos esto último lo dudo enormemente pues desde el triunfo de Ernesto Ruffo, la norteña entidad se ha convertido en un bastión panista, amén de que la victoria de Ivonne fue sin duda por mayoría (aunque sabemos que su campaña fue cárnicamente sucia). Aún así sobresalía el interés por ese grupo poderoso y su interés en controlar el Estado. Pocos conocían el origen de aquel.
Tras una campaña pletórica de promesas irreales, pasó a segundo término la mediocridad de la candidata ante su nueva efigie producto de un procedimiento gástrico -confesado en el ámbito médico- además de un evidente “peeling”, pero sobretodo la asesoría de personas especializadas en “imagen”. El cambio fue radical en la dzemuleña y su personalidad de mujer de campo ganó rápidamente simpatías. Finalmente la casi desconocida política ganó de manera aplastante, incluso en la propia capital del Estado donde el PRI no ganaba desde 1990; paradójicamente no obtuvo la ventaja en su tierra natal, allí donde la conocían.
Al momento de asumir la titularidad del Ejecutivo, Ortega Pacheco retomó la pueblerina costumbre de erogar enormes recursos en fiestas populares; conocidas eran sus “pachangas” en Dzemul donde mandaba cerrar calles durante su onomástico y amenizar comilonas con grupos musicales y ríos de alcohol. El nuevo derrotero sería la Blanca Mérida, siempre con miras a ensalzar su imagen carente de modestia. Voladores, cumbias y jaranas, cochinita y pavo al por mayor, la luna de miel no ha terminado desde aquel verano de 2007.
Desde entonces el Estado ha experimentado un retroceso franco en casi todos los aspectos. Al principio inauguró obras proyectadas por su antecesor, continuó aquellas con las que no había marcha atrás pero retrasándolas hasta ahora, y definitivamente devolvió recursos aprobados por la Federación para anteproyectos y planes importantes. Tal fue el desinterés por el desarrollo material del Estado que hasta el día de hoy carece de importantes obras y únicamente ha colocado una o dos primeras piedras.
Carece de estrategias que apoyen el turismo, planea construir un nuevo centro de convenciones mientras el actual es subutilizado, no atrae inversiones privadas y su único megaproyecto –el tren bala- ha sido declarado por los expertos serios como inviable. Respecto a la seguridad prevalece una impunidad a los allegados y los hijos de éstos, recurren a controles excesivos y abusando de su autoridad ejercen la justicia cuando les convenga o plazca, especialmente cuando se trata de protección a Luis Saidén, quien teme por su seguridad ante las amenazas que ha recibido derivadas de su controvertido pasado en Cancún.
En Salud, la “gober” ha traspasado el control a un conocido acosador sexual que se jacta de ser familiar suyo, manejando los puestos de trabajo a su antojo; se ha ocultado información como en el caso de la influenza que terminó por dispararse hasta el segundo lugar nacional, y se ha emprendido una amañada centralización de la atención médica. En cuanto a Educación su gobierno se ha empañado por divisiones en el magisterio y reclutamiento de profesores en busca de apoyo y promoción en las escuelas a cambio de basificaciones, aumento de horas de trabajo, permutas, etcétera. Instituye la Secretaría de la Juventud cuando es largamente sabido que sus huestes priístas, a través del ala estudiantil que son la especialidad de los dirigentes locales, organizan fiestas con exceso de alcohol y otras sustancias en busca de adeptos.
Lo más terrible ocurre en el aspecto social pues obstaculiza algunos programas de interés nacional, impidiendo la acción de delegaciones en ciertos municipios, y su “política comunitaria y social” se basa en intrascendentes esquemas de repartición de zapatos escolares de baja calidad, manufacturados por productores locales cuyo mercado nunca ha estado dirigido al calzado para la escuela (uso rudo) sino al casual y que los últimos reportes demuestran que han tenido más pérdidas que beneficios; también a la distribución de cobertores y chamarras en una zona tan calurosa como la Península y que de acuerdo a las auditorías se les repartió a decenas de personas que ya habían fallecido; luego la restauración de templos católicos (sin comentarios) y construcción de banquetas que el aspecto urbanístico señala como obligación de cada propietario.
No bastando con eso anuncia la construcción de decenas de miles de casas cuya mitad asegura haber logrado cuando son cifras conjuntadas por diversos programas similares a “Hábitat” y desarrollos inmobiliarios particulares que realmente edificaron las viviendas. Defiende supuestamente a su género y a las minorías mientras su gabinete reluce por la falta de inclusión de mujeres a la vez que se avalan leyes que hace sentir agraviadas a tales minorías con las que ha tenido el descaro de posar (simple apariencia).
El peor agravio a la confianza que depositaron aquellos quienes votaron por ella es el “fastuoso día de escuchar a los ciudadanos” alias audiencias públicas, preparadas de antemano y con casos seleccionados para figurar interés: verdaderas mojigangas.
Dos años de empeñoso perjuicio a la sociedad yucateca que entre otras cosas ha pecado de paciente, y todavía se atreve a celebrarlo con música y pirotecnia. No dudo que existan programas estatales con algún beneficio en los yucatecos, pero como se publicó recientemente en un periódico local: a pesar del aumento de la popularidad de Ivonne Ortega, nadie conoce o recuerda el nombre de alguno de sus programas ¿a qué se deberá?
Más allá de todo, la sosa gobernadora es favorecida por la mayoría de los yucatecos y simplemente no lo entiendo, no cabe en mi pobre raciocinio tal actitud. Como lo he planteado con anterioridad: el surrealismo mexicano es patente en Yucatán, México es un país donde no pagas para que te cuiden el coche sino para que no te lo rayen. Tanto es pecado la felonía como delito la contradicción, el que no apoye al PRI que asuma las consecuencias cual acoso de la “ola roja”, injusticia de los procuradores, cerrazón a las oportunidades, crítica por parte de los propios familiares y vecinos que ya se hayan “cuadrado”.
Sin embargo la complejidad de todo este asunto parece eximir a Ivonne Ortega de cierta responsabilidad; me decía un conocido que no se puede culpar a la mujer de algo que no haya hecho ya que en su gestión prácticamente nada ha hecho y sus pocos programas tampoco sirven para algo, pero tengo que decir que la omisión o negligencia también es una falta. Si así fuera será juzgada históricamente por no haber actuado, siendo una salida por demás honrosa… pero no es así ya que ha hecho lo que aquella oligarquía que la colocó en el poder le ha mandado, incluyendo su no acción.
Ese reducido grupo de poderosos tiene su principal arma en ese gigante de las telecomunicaciones, en Televisa. Demostrado el papel fundamental que jugaron las televisoras en la proyección del ex candidato Andrés López antes de la famosa acusación de complot, y la imposibilidad de recuperar los privilegios otorgados por el gobierno en la época del “Tigre” Azcárraga (demostrado por el desecho de la Ley Televisa), la única forma de perpetuar el control del mercado y de las masas a través de un monopolio o duopolio sería erigiendo a un pelele desde los inicios, proyectando su figura y presentándolo como la única opción, cual héroe de telenovela, para ostentar el poder; ese es Enrique Peña Nieto, cuya imagen es promovida desde su ascensión al gobierno del Estado de México, tanto por “cápsulas informativas” -durante los noticiarios y horarios de mayor audiencia -para no contravenir las disposiciones electorales de no transmitir spots durante tiempos sin elecciones y menos para favorecer a personas en concreto, como por programas e impresos del “tema de corazón” con motivo de su relación sentimental con una actriz con exclusividad en la televisora; sus redes sociales son enormes.
Pero a todo eso ¿qué injerencia existe en Yucatán? ¿cuál es el interés? primeramente el de hacer campaña y asegurar votos para el 2012 por el medio que sea, con el favor de los recursos públicos y la ventaja del tiempo; después el de gozar de la anuencia para disponer a rienda suelta del Estado en pos de lo que se ofrezca: el propio presupuesto, centros Teletón, locaciones para programas y telenovelas, instalaciones para concursos de belleza, edición de libros y revistas , y finalmente para asegurar la continuidad en la prestación de servicios al vecino Estado de Quintana Roo, un auténtico búnker de Televisa donde mantiene intereses desmedidos no del todo claros y que no guardó el mejor trato con la administración yucateca anterior.
No por nada ha recibido Ivonne excelente asesoría para su imagen, operándose hasta la nariz; también ha recibido espacios en la barra de comerciales, producción de sus interminables spots, promoción a través de telenovelas y programas de variedades, además del apoyo que le brindan los empleados de la televisora con su presencia en los eventos públicos (el día del informe notamos la presencia de Lilia Aragón, Carmen Salinas, Jacqueline Bracamonte y otros que no vale la pena mencionar). Se ha pactado al menos tranquilidad que le asegure a la gobernadora “llevarla” aunque nada haga, basando su popularidad en esa imagen falsa, en esa figura mediática que empieza a calarle la razón al grado de sentirse esa “estrella” que no es. Esa enferma idea tiende a emporarse por el atractivo que encuentran determinadas personas que buscan locamente una fotografía, un beso o autógrafo de la mesiánica figura ivonnista que se jacta de estar en todos lados menos en su oficina; la hemos visto en partidos donde ha apostado ambulancias, conciertos, cumpleaños de jerarcas religiosos y una que otra ágora para otorgar el privilegio a los simples mortales de sentirse plenos con sólo tocar el xocbichuy de su terno ¡es la magia de la televisión! No habla tan mal de ella como de la sociedad que se deja engañar, apoyándola en base a la caja idiota sin tener otra razón, votando de nuevo una y otra vez por ese partido de tres colores que ha perdido hasta el alma, actuando la sociedad no sólo por temor sino como si estuviera bajo un hechizo, un encantamiento o un “Sortilegio”; si esa es la nueva mayoría nunca me había sentido tan bien de no encajar. Pobre Yucatán, tan lejos de Dios y tan cerca de San Ángel. N.R.A.A. Mérida, Yucatán a 2 de agosto de 2009.