19 nov 2009

Tambores de guerra

Por: Narces Alcocer Ayuso


A poco más de un mes de terminar el año, los aspirantes a las candidaturas para la alcaldía de Mérida se concentran más en su lucha por el nombramiento, unos más discretos que otros. Desde la segunda gestión de la C.P. Ana Payán, la simpatía por los candidatos emanados de Acción Nacional en la capital del Estado ha ido en decremento, por un lado debido a la división interna que en parte encabezó la contadora dentro de su partido y que terminó fracturándolo, y por otro los fracasos en su lucha por acabar con mafias tradicionalmente priístas y encarnadas en asuntos tan delicados como los mercados y el transporte público. Aunado a ello, su sucesor -Ing. Manuel Fuentes- representó para muchos el mayor fiasco blanquiazul en el municipio y el también ingeniero César Bojórquez apenas contuvo al partido en la presidencia municipal al sucederlo, otorgando esperanzas a los tricolores de un triunfo en el 2010, motivados también por las elecciones federales ganadas recientemente.

A diferencia de otras Entidades y municipios, Yucatán todavía mantiene su propio mecanismo político, muy particular y sin tanta injerencia de Anáhuac. Nuestra sosa gobernadora, en su carencia de cualquier autoridad salvo la que de nombre ganó en las urnas, es movida por los hilos de un nefasto grupo neoliberal desde el centro del país que se adelanta voraz y veloz a las elecciones federales de 2012; sin embargo este criminal grupo no guarda tanto interés en uno de los Estados más pobres del país como lo es el nuestro más que para tener los recursos listos cuando se ofrezca, en especial buscando votos para aquel año (por algo el próximo presupuesto le abre la puerta a los Ejecutivos estatales sin necesidad de rendir cuentas). Por esa razón no se ha reflejado tanto este control hacia la Sra. Ortega en el ambiente político local, ya que además designó la tarea a un grupo seccionado del “cerverismo” (la de dirigentes gremiales y estudiantiles) que, retomando las más viles artimañas paleo-políticas, plagadas de influyentismo, impunidad y falta de transparencia, colocó al paternalismo –que no acabó de morir el sexenio anterior- como la doctrina base de esta gestión estatal, y con sus inevitables contrapesos se mantuvo así la identidad personal de la política yucateca.

Distintos “dinosaurios” del PRI ha alzado sus voces en contra de esa tendencia pero su falta de autoridad moral desvanece sus argumentos y no tienen más remedio que adherirse a la causa o salir por completo del escenario político, haciendo del partido un equipo aparentemente unido e imbatible. Ante tales circunstancias, son varias las personalidades que se pasean por los lugares que garanticen la proyección pública, siendo cuatro los políticos con mayor fuerza: Angélica Araujo Lara y Rolando Zapata Bello, diputados federales por los distritos III y IV de la Entidad respectivamente, Nerio Torres Arcila, director del Instituto de Seguridad Social de los Trabajadores del Estado de Yucatán, y Mauricio Sahuí Rivero, dirigente estatal del Revolucionario Institucional.

Cada uno por su parte ha iniciado directa o indirectamente su pre-campaña, siendo Torres el menos favorecido ya que en un principio fue colocado en el buró encargado de las zonas metropolitanas de Yucatán (que obviamente es sólo una y corresponde a la de Mérida) pero las constantes desavenencias con el Ayuntamiento que frenaron la aplicación de sus planes a través de aquella oficina con la consiguiente falta de proyección le hicieron migrar a un área de mayor aplicación social que para su mala fortuna en los últimos días se ha visto hundida en escándalos al descubrirse como la “caja chica del gobierno” sin oportunidad de negarse o enmendarle.

Sahuí ha causado polémica desde su promoción como dirigente estatal; gran parte de los priístas no deseaban ser “comandados” por un imberbe personaje que no tenía más presentación que la de un porro disimulado que le hacía los trabajos sucios a Cervera Pacheco a través de las sociedades estudiantiles. Otros priístas conocidos y estimados comentaron sus intenciones de contender por la dirigencia pero fueron contenidos y les negaron la participación o bien desistieron a regañadientes; entre los ardides figuró aquel que sostuvo la necesidad de abrirle el paso a los jóvenes (algo común en todos los partidos), jóvenes que al final resultaron “juniors” añorando la impunidad que disfrutaron tiempo atrás. Mauricio Sahuí prácticamente ha sido un adorno y por algún tiempo se la gastaba dando declaraciones a favor de la administración estatal, tratando de justificar el proceder del Ejecutivo; ante la opacidad en todo y la inoperancia de las justificaciones, su única función ha sido la de replicar a los otros partidos, tentando a provocaciones y dimes y diretes. Gozando a su favor el hecho de dirigir al PRI al momento de llevarse el mayor triunfo en muchos años (realmente nada imputable a él), aspira a la candidatura por la alcaldía y, descarándose más que los otros, se hizo de redes sociales en busca de simpatizantes entre los jóvenes y estudiantes –su área acostumbrada de la que no siempre ha salido favorecido- aunque inmediatamente fue bombardeado por la opinión pública, recatándose y prometiendo no fijar una postura hasta el mes de diciembre; a pesar de ellos sus viejas y conocidas crápulas juveniles persisten ahora como tentáculos clandestinos de su pre-campaña.

La diputada Angélica Araujo goza de cierta simpatía y hace unas semanas comenzó un inusual recorrido por su distrito, especialmente en las zonas marginadas (¿en busca de iniciativas de ley?), algo que hizo sospechar de sus posibles aspiraciones para la candidatura, consideradas principalmente por el Diario de Yucatán. Salvo los continuos comentarios que le critican su denigrante supuesta manera por la que se hizo de un lugar en la política y el mito de una “estrecha relación” con la recién divorciada Ivonne Aracely, se afirma que la arquitecta ha cumplido hasta ahora con sus compromisos de campaña. Se sospecha que dentro de su mismo partido quieren mantenerla al margen de la candidatura en caso de aspirar a ella, siendo el principal involucrado su compañero de bancada Rolando Zapata cuyo acercamiento fue sólo para fines de imagen en las pasadas elecciones pero que en realidad no se guardan gusto desde que el ex secretario de gobierno le robaba los discursos (que tampoco eran de la pluma de Araujo sino de un profesor amigo de mi familia que por razones obvias no voy nombrar) y se refería a ella de manera despectiva.

Zapata Bello, referido como maestro a petición de un camarada, goza de la simpatía de altas figuras del PRI nacional y es el que se ha favorecido más del aparato político. Responsable alguna vez del funcionamiento interno de Yucatán, su proyección como secretario de gobierno fue sustanciosa aunque nada comparada a la criminal y aberrante campaña pasada en la que descaradamente violó tantas disposiciones electorales denunciadas por distintos sectores y criticadas por este servidor en su momento (ver entradas antiguas) que lamentablemente no prosperaron por razones ignoradas. Desde aquel entonces comenzó su pre-campaña por la candidatura de su partido, repartiendo volantes tanto en el distrito III como el IV y los últimos días mandando documentos a domicilio a cada habitante mayor de edad, estableciendo oficinas ciudadanas y de enlace y sobre todo difundiendo monstruosamente su imagen en un periódico local que ha perdido su dignidad identidad y soberanía. Las opacas mantas domiciliarias obstinadamente persisten. Tras el escándalo de las camionetas, en él recayó parte de la responsabilidad, amén de Ortega Pacheco, mucho más que en los otros diputados; para contrarrestar el daño participó protagónicamente en la sonada comisión de presupuesto de la Cámara baja –circunstancia privilegiada por demás sugerente-, intensificándose inmediatamente la zalamería en el mencionado rotativo. Todo tiene un costo, económico o en especie, sólo deseamos que sea de su propio peculio, aunque también aspiramos a que ese peculio sea limpio (algo muy difícil considerando la situación actual de Yucatán).

De los abogados Nerio y Mauricio podríamos esperar todo, fueron forjados en el ambiente más impune y libertino en su época cobijados por el cacique de “Chen Pato” que tuvo sus orígenes en los mismos lares. De Araujo me reservo la opinión; y quien más me sorprende es Zapata, pues habiendo sido su madre, Doña Ofelita, mi mentora y en quien pude constatar una venerable serie de valores enorme, es raro y paradójico que su vástago carezca de ellos, y de no ser así significa que no le requieren más que como títere de la oligarquía de TelePRIsa para hacer mancuerna con la Sra. Ortega y terminar hundiendo a la capital del Estado. Esperemos, sin embargo, que ese mismo funcionamiento político local persistente rechace la maquinaria central y que conserve el sentido común hasta ahora patente en la Ciudad Blanca. N.R.A.A. Mérida, Yucatán a 19 de noviembre de 2009.