4 feb 2010

EL PRI, UN CASO PERDIDO

Por Narces Alcocer Ayuso



No tiene caso decirle a quienes se los dije que se los dije porque dejaría de decirles lo que les estoy diciendo ahora que es lo mismo que les dije y que no tendría caso dejarles de decir. Mi propósito no es favorecer a tal o cual partido, pero si algo ansío en esta vida es que cada ciudadano del particular país en que vivimos aprenda a pensar y tomar decisiones por sí mismo, con un obvio compromiso moral para dirigirme primero a los vecinos de mi Estado y municipio.

Cada individuo es libre de elegir entre sus opciones y nadie debería intervenir; las campañas deben ser siempre propositivas, votar por quien presente el mejor escenario. Si bien el famoso “voto de castigo” es tolerable, mantener esa visión retrógrada y de cierta forma rencorosa en forma permanente sólo prolonga la creencia de que todos los políticos son malos y que “tiene derecho” a vivir de nuestros impuestos aquel que nos haga menos daño mientras ciertos sectores de la sociedad vean cómo “rascarse” por sí mismos. Es justo acotar que en algunas comunidades la evolución del pensamiento fue tomando velocidad desde años atrás y dentro de sus primeras expresiones tuvieron que sufrir la censura del oficialismo al grado de recibir de la metralla la más canalla represión.

No se buscaba más que el adecuado desarrollo del pueblo, la cuestión era sencilla, ya Juárez lo había dicho: la línea recta es la más corta, ¿qué ansiar más sino primero la libertad? ese valor puesto en la Ley y esgrimido en el discurso; era tan sencillo aplicar las garantías, la línea más corta sin duda, pero en aquel entonces el aparato gubernamental le temía a algo más que a nada: a la verdad.

Un maestro de Galilea había dicho hace mucho que la verdad hace libre a los hombres, y aunque la Historia trillada lo contrapone a Juárez, ambos predicaron sobre la paz, reafirmaron la validez de las leyes, rechazaron la presunción y la opulencia, consideraron misión ineludible la búsqueda del bien común y, como dije al inicio del párrafo, vieron la necesidad de toda persona en encontrar la libertad. Si bien difirieron en modos y formas, la información manipulada los hizo totalmente incompatibles, se ocultó la correspondiente verdad.

A base de perseverancia en un lucha que aún no acaba en algunos frentes, diversas comunidades consiguieron derrocar a los represores, quienes ocultaban la verdad; esas comunidades gozan hoy de una mejor calidad de vida, avance material e intelectual, desarrollo humano y viven motivadas para hacer válida la libertad en su máxima expresión.

Quizá sobre comentar que el actual Partido Revolucionario Institucional es quien mantuvo tal injuria, pero es operante aclarar que esa afrenta no culminó y sigue latente en los procederes del partido y por ende en los lugares donde aún “administra el poder”. Gran parte de la población es aún gobernada a niveles locales por el PRI, son cientos de municipios que carecen de desarrollo, persisten costumbres anacrónicas y sus pobladores tienen que emigrar a los grandes núcleos urbanos o bien hacia el otro lado de la frontera norte ante la falta de bienestar. Sin generalizar, hay quienes, ofuscados por el progreso, ansían prestos un igual nivel de vida al que sin duda tienen derecho pero que no se consigue sin esfuerzo; acostumbrados al “atole con el dedo” rechazan que les enseñen a pescar y demandan directamente el pescado; sensibilizados del tráfico de influencias, compadrazgos y apadrinamientos políticos, nepotismo y acoso de toda índole, no ven otra manera de sobresalir, conseguir un puesto de trabajo, disponer de la justicia según convenga, etcétera, si no es en tal modo. Lleno el tricolor de “dinosaurios” expertos en los métodos, representantes gremiales que plagan las oficinas burocráticas de personal no calificado, “juniors” que presumen de la impunidad que pueden llegar a gozar -todo bajo una máscara de servicio y entregada representación popular- muestran a una opción política con falsa imagen de la que casi todos tienen fe pero que a la vez rechazan aceptarla como en realidad se mueve a riesgo de no disfrutar en algún momento de las “recomendaciones” que finalmente sólo denuestan el valor de la igualdad que va a la mano de la libertad y que en consecuencia es vilipendiada ¿quién se atreve a renunciar a algo que aún se va cimentando? muchos, muchos, y lo demuestran los resultados electorales.

Tal como dije al principio, es consecuencia de la decisión de cada persona para con su voto, una decisión que puede o no derivar de un análisis. Allá nadie debe intervenir aunque no falten las instituciones políticas que anden presumiendo su omisión en los medios (¿será posible?), pero en lo que a mí corresponde considero que existe un deber moral hacia el esclarecimiento de la verdad. Si bien el PRI todavía tiene gran preferencia por lo que realmente es, no faltan individuos que aún se crean su disfraz de abnegado, luego entonces sería doblemente útil su desenmascaramiento pues no existiría manera de simular la moralidad que abanderan tantos afiliados como tampoco esa imagen en el exterior. Definitivamente, como en todos los partidos, cuenta entre sus filas con ciudadanos capaces y con principios a los que se abriría paso para la adecuada construcción del municipio, del Estado y de la Nación, acabando primeramente con la enajenación de los servidores públicos.

Cuando el susodicho partido acaparó la mayoría absoluta (con su fiel tucán) en la Cámara baja durante las últimas elecciones federales, desde el principio ha tenido la oportunidad de sacar adelante las reformas más adecuadas para el país, sin embargo ha frenado el avance generalizado a fin de proponerlas en un posible futuro sexenio suyo para usarlo en provecho propio y no de la sociedad. Rechazando las propuestas de una tendencia acusándola de electorera o de otra acusándola de populista, hace uso de la demagogia para representarse como única salida, no preocupado si quiera por criticar constructivamente -pues abriría un debate que seguro perdería- ni mucho menos por proponer; en fin, se lava las manos como el Pilatos que se desentendió de la verdad.

Y es que es indudable, se ha repetido desde el punto que se quiera ver: cuando Madero fue asesinado se esfumó cualquier futura emancipación derivada del movimiento revolucionario; cuando Zapata murió se perdió al auténtico caudillo de los trabajadores de la tierra. De entre los grupos que se enfrentaban uno consiguió enarbolar aquellas dos banderas ajenas y exterminó a sus contrincantes: más allá de fomentar la democracia inherente al pensamiento de Madero, se dedicó a contenerla, más allá de fomentar la producción en el campo y establecer una simbiosis social le devolvió a los hacendados las tierras y procuró desigualdades. Ese grupo fundó el PRI y los actuales militantes pretenden resurgir la doctrina revolucionaria usurpada como estandarte, diciéndose poseedores y auténticos herederos no obstante que rechazan armas que consolidarían la democracia y evitarían controversias y demás lastres legales, desdeñando los recortes a los partidos, la disminución de legisladores, negando la posibilidad de referendos o plebiscitos; se dicen perpetuos guardianes contra la privatización cuando desde el Estado de México se contagia a los demás gobiernos estatales priístas la privatización de la obra pública; desean controlar las jornadas protocolarias del Ejecutivo para someterlo junto con el Poder Judicial al Legislativo, una bofetada al federalismo, mientras que da rienda suelta a la excesiva difusión de su “gallito”, los súbditos de éste en las sillas ejecutivas estatales o cualquier candidato que pretenda hacer creer a la sociedad cuánto la quiere…

No bastando con eso y valiéndose de “nuevas mayorías”, ignoran a las minorías y zahieren a la equidad de género, siendo el partido que cuenta proporcionalmente con menos mujeres entre sus servidores públicos (léase parlamentarios o de otro rubro) llegando incluso a ofender a los electores haciendo renunciar a mujeres electas a fin de dar paso a sus suplentes hombres. En cuanto al campo ni qué decir, en el Estado lo dirige un pudiente vástago de desaparecido ex secretario de la Reforma Agraria en cuyo desempeño se repartieron tierras de manera criminal a latifundistas y hoteleros por todo el país.

Aunque la lista pueda seguir baste la mitad de esto para señalar que quienes comandan el PRI y todos los que se mueven bajo sus hilos no tienen calidad moral para nada, o como dirían los compañeros heliófilos: no tienen… progenitora.

A veces me confunde la continua votación por aquel partido y por tal sintetizo palabras que sostuvo cierto prócer latinoamericano: viendo en manos de los políticos terribles a las masas muchas veces ignorantes cuyas sentimientos y pasiones son explotadas, es deber de todo hombre honrado no desentenderse de la política para evitar que los parásitos la agangrenen, y trabajar no con esas doctrinas ineficaces sino como los medios reales en pos de la libertad.

Y es la verdad la que nos hace libres, siendo deber de todos no ignorarla. N.R.A.A. Mérida, Yucatán a 4 de febrero de 2010.