Por: Narces Alcocer Ayuso
Regreso a la escritura después de un inmerecido asueto y con el mismo entusiasmo por adentrarme en temas polémicos: religión, sexo, toros, política, entre otros. En esta ocasión deseo tocar la política (que no Política que es otra cosa) considerando estar a pocas semanas de las elecciones federales de este año. Son numerosos aspectos por dónde entrarle aunque todos convergen finalmente en la misma lucha por el poder; me declaro ferviente seguidor de la democracia pero mi visión se aleja un poco de la realidad; quiero pensar que ese valor consiste en la oportunidad de elegir a personas para servir al pueblo mismo, poder servir a empresarios, sí, a empresarios, a caciques, sí, a caciques, pues al final también ellos son parte del pueblo, pero de tal forma que exista un conceso hacia las acciones a seguir, un plan de trabajo diseñado en beneficio de todos por igual, sin embargo vemos que esas acciones continúan sirviendo a unos cuantos pues es imposible pensar que una mayoría ciudadana haya optado por bienes para unos pocos en detrimento a otros, luego el honor ya no es para el gobernante en recibir todo el derecho a la máxima virtud humana que es el servicio a los demás, sino pareciera ser el pueblo quien debería sentirse honrado en tener un gobernante “carita”, que se codee con estrellas de la farándula y que al final reciba instrucciones de otro quien siempre estará por encima de él. Y luego el Instituto Federal Electoral anda promoviendo el voto como la solución total a nuestros problemas, cuando debería establecer una estrategia integral que deshaga el uso revanchista del voto, optando por propuestas reales y no para arrebatar puestos a partidos; bien dijo Thomas Jefferson: me gustan más los sueños del futuro que la historia del pasado, si vamos a votar por alguien debemos hacerlo porque estamos convencidos de su proyecto y no porque el actual no haya cubierto nuestras expectativas. En una ocasión escuchaba un programa radiofónico en el que tenían como invitado al alcalde de un “municipio grande” de Yucatán, la transmisión incluía telefonemas de los oyentes y recuerdo bien que en uno de ellos se amenazaba al edil con no votar por su partido en los siguientes comicios electorales debido a que las obras en determinada zona estabas retrasadas, a lo cual el funcionario respondió que su persona no fue electa para otro trienio más que el actual y que no trabajaba en beneficio de su partido con miras a las siguientes elecciones sino para la sociedad que en mayoría lo había escogido en este lapso, motivo por el cual la decisión de voto para el siguiente período sería muy de cada ciudadano.
Madero demandó el sufragio efectivo y la no reelección, si un político no nos satisface simplemente no debería tener futuro político, incluso debería existir referéndums para removerlo de ser requerido; el sucesor debe convencer, agradar, comprometerse, pero ¿y si es del mismo partido? no le veo problema, cada quien debería establecer una línea, de ahí la virtud del legado de Madero. También la alternancia es sana pero no es una panacea, debe ir integrada a todo el valor democrático para poder funcionar. Y podrá parecer idealista pero no es imposible, los menos interesados son sin duda los mismos partidos: que éste tiene experiencia, que con este estaríamos mejor, que cuando les ofenden responden, etcétera, pero hasta cierto punto es natural, tienen que vender para subsistir. Lo más patético recae en la obstinación de tantos sujetos en vivir del erario, digo, podemos entenderlo -mas no aceptarlo- en personas mediocres (léase iletradas) como nuestros tres últimos titulares del ejecutivo estatal y que no encuentran futuro más que del dinero público, pero no hay razón de transigir en tantos dinosaurios que pululan nuestro sistema político.
A pesar de todo nos adentramos demasiado a los puestos que “manejan dinero” directamente cuando estas elecciones son para legislativos, condición que genera un alto abstencionismo. Hablemos de los aspirantes en nuestro Estado; amén de los candidatos “solares” que ignoro de dónde los sacaron, y de aquellos “albicelestes” con poco tiempo en el servicio público, remitámonos a los “tricolores” que siempre han sido mi manjar:
Como si no tuviéramos suficientes “juniors” haciendo de las suyas con la marcada impunidad en nuestra Entidad, ahí tenemos a un hijo de papi bien alimentado por la bonanza de la Reforma Agraria del Salinismo quien bien podría estar administrando los hoteles que su padre ya finado le heredó a él y sus hermanos, o quizá se entretuviera contando fajos de billetes de dos administraciones estatales de su mismo progenitor (¿y Madero?), pero en lugar de ello lo tenemos de candidato a diputado por el estandarte del priísmo en Yucatán: el distrito II, ahí sí que se la dejaron fácil, el dinero ha hablado, el poder es ansiado, esperemos eclipsar ese oprobio a la sensatez yucateca, no sólo a él sino también a su hermano quien vive de nuestros impuestos en la legislatura local; de la dirigencia campesina implicada mejor ni comento…
Mas no pertenezco a tal distrito sino al IV, al menos priísta de Yucatán; a poco políticos no los habíamos despedazado en el café, entre ellos al candidato actual a dicha jurisdicción, sin embargo esta piedrita ha estado “rolando” varios días en mi calzado y ya me resulta inaguantable. Desde sus inicios en cargos públicos lo conocí, estaba yo en la secundaria: que un puestecillo por aquí, otro por allá, que una candidatura, luego las diputaciones, etcétera. Rápidamente fue escalando y habrá visto la comodidad de ese modus vivendi y ¡zaz! otro dinosaurio (joven ¿ah?). Cuando resultó ganadora la actual gobernadora fue designado como Secretario General de Gobierno, la dependencia más poderosas políticamente hablando de una administración, enseguida se olieron los planes.
El tricolor siempre ha llorado la "joya de la corona” que no posee desde hace 20 años: la ciudad capital; una y otra vez lo han intentado infructuosamente. Rayos de esperanza vieron en las últimas elecciones locales donde obtuvieron el triunfo más de un candidato priísta a diputado; enseguida comenzó la maquinaria populista: zapatos, banquetas y agua, reproches e injurias, y otros malos hábitos de la “ola roja”. Se acercó el momento y nuestro ex secretario solicitó licencia para agenciarse impositivamente su candidatura; de repente comenzó el bombardeo electoral, asentándose primordialmente en una de las colonias más tradicionales de la ciudad: la Miguel Alemán; pronto cada cuadra mostraba una tremenda cara oscura, redonda y nada agraciada que hacía sospechar de una violación al tope de campaña; no conformes, se colgaban mantas igualmente feas en el frente de las casas y establecimientos que lo aceptaran (sencillamente un chingo), luego llegaron las porras que en más de una ocasión intentaron pegarme calcomanías, después la propaganda móvil que en lugar de propuestas anda vociferando una nauseabunda melodía; también dos obesos intento de actores que lunes a lunes degradan la cultura yucateca y que apoyan al candidato… ¿por qué lo demás partidos no hacen gala de tantos recursos?
Muy pronto –demasiado pronto- se acabó cualquier idea de una verdadera intención del individuo por su curul de San Lázaro: visitaba mercados, escuchaba peticiones de la gente y se comprometía a tantas cosas que no son competencia de un legislador, mucho menos federal, igualmente en las colonias y otros espacios públicos. Ofrecía solicitar más recursos para el Estado (¿qué legislador no lo hace?) y a desempeñarse cabalmente en la asignación del presupuesto (¿cuál es una de las principales cosas que un diputado tiene que hacer porque tiene que hacer?); fuera de ellas carece de verdaderos planes legislativos, propuestas, proyectos de ley y tantas intenciones de reforma que necesita el país, vacíos que pueden observarse en su página electrónica y en sus panfletos… y hablando de panfletos hace dos días me encontraba trotando por una zona lejana a mi sitio habitual para hacer ejercicio, el parque de la Alemán, debido al hartazgo de ver tantos monigotes del terrorífico “búnker” instalado frente a la explanada; entonces observé las carotas de siempre (la mayoría con gente lambiscona como sucedió con los “corazones” de Ibom) aunque las escasas imágenes de los candidatos de otros partidos cambiaron de repente por las de otros del distrito vecino, sin embargo las del susodicho continuaron y en varias cuadras pertenecientes al distrito III estaban sus panfletos en los buzones domiciliarios, incluso en algunos divisé los de ambos candidatos priístas correspondientes a Mérida.
Con todo eso comprendemos la sucia campaña de Rolando Zapata, quizá orquestada por un grupo pero representada por él; sucia por la evidente grosería a los topes de campañas y también la anticipada carrera a la presidencia municipal de Mérida; sucia por la falta de compromiso al pedir la confianza de un sector de la sociedad que votaría por él pensando en la solución de sus problemas cuando no se haya en la competencia de un legislador federal; sucia por la falta de compromiso en competir por un puesto que hace pensar en una renuncia para la alcaldía, permitiendo que otro junior de suplente suba; sucia porque carece de un verdadero proyecto de trabajo, de vocación legislativa, y sucia porque con su propaganda dejará toneladas de basura, además de la continua contaminación visual y auditiva.
Por supuesto hasta que suceda no lo podremos comprobar y esperemos no tener que hacerlo, pero la puntilla la dan sus cofrades que tanto afirman ser mejor malo conocido que bueno por conocer, por eso no es justa esta tropelía, ni la inminente traición. Compañeros, voten por quien desees pero analicen bien su decisión, que su voto sea un nuevo meteorito que acabe con los dinosaurios en Yucatán junto a los “nenes consentidos” que quedaron por allá. N.R.A.A. Mérida, Yucatán a 5 de junio de 2009.
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