Por Narces Alcocer Ayuso
A diez días del proceso electoral en el Estado, muchos quisieran dejar atrás las circunstancias de las elecciones, principalmente el PRI como ha sido su estilo por los últimos 80 años. Ellos mismos pregonan el reconocimiento de las cifras mientras su apabullante avalancha mediática busca desviar la atención a eventos realmente fútiles, exhortando a dejar todo atrás, a no guardar rencores, a participar en conjunto para el avance, etcétera.
Dijeron que se trataba de una “bola cantada” el triunfo tricolor en la capital yucateca, sin embargo los resultados, lejos de la diferencia abismal de más de 14 puntos que daban distintas encuestas, marcaron apenas de tres a cuatro puntos porcentuales de diferencia. En definitiva, aunque triunfo, el triunfo priísta no supo tan bien como quisieron, satisfizo pero no llenó, no hubo celebraciones fastuosas con las porras y batucadas que tanto jorobaron las últimas semanas, quizá porque sus 200 a 500 pesos que recibían no incluyeron la fiesta del triunfo.
¿A qué se debió esa diferencia? algunos analistas señalan el temor preponderante en la población; en una administración manipuladora y represiva como la de Ivonne Ortega, decirse afín al blaquiazul es echarse la soga al cuello; vivimos en una sociedad que pretende mostrarse como tranquila y pacífica, Mérida goza de una alta calidad de vida y muchos no transigen con esa actitud ofensiva del gobierno (yo mismo no escatimo en decir lo que tenga que decir a través de estas letras con relativa tranquilidad), sin embargo para la clase popular, la marginada, el hecho de protestar no tiene lugar. En estos tres años ha sido constante la ocupación de la esquina de la Plaza Grande frente al Palacio por huelgas de hambre, denuncias de injusticia, abusos de autoridad, discriminación e inequidad de género, fraudes, despojos y demandas de incumplimiento por parte del Gobierno Estatal, y eso tan sólo era la punta del iceberg de una serie de faltas que simplemente no suenan por la resignación de la gente afectada que plenamente conoce el curtimiento de la Sra. Ortega y sus secuaces al más impune estilo priísta de la “Guerra sucia”. Bueno, retomando a aquellos que sí escatiman en protestar, tienen el soporte de una carrera, de un grupo afín o de los medios de comunicación que evitan la respuesta destructora del palacio, pero ¡ay de aquellos desgraciados del anonimato que se atrevan a cuestionar! del campesino con su milpa derruida, del desempleado mandado golpear, del estudiante detenido y tratado deshonestamente por agentes de la Secretaría de Seguridad Pública. Cualquier persona verdaderamente interesada en los problemas estaría al tanto de eso. Mas por ello desean acortarnos el criterio, dejarnos manipular por uno o dos medios ¿a dónde corrió Ortega pasadas las elecciones? ahí la vimos en la emisión de conocido programa matinal de Televisa planeando la boda de una mujer de la farándula que habrá de costear con dinero público, fondos que lamentablemente ya están justificados con otras acciones maquilladas como la compra de Chichén o de los terrenos de Ucú, y que a pesar de haberlos usado en la campaña pasada en cantidades que superaron 5 veces las del PAN, aparentemente todavía quedan; ahí en Televisa donde defendió el triunfo priísta en el noticiero nocturno. O si no su otro medio, el conocido tabloide sensacionalista que siempre había defendido a los perredistas ante cualquier otro partido pero que en Yucatán se desvive por la imagen de la gobernadora ¿dónde quedaron las cochinadas que denunció Jesús Ortega? ¿no que muy perredista? ah, pero para eso no hay dignidad ni soberanía…
Con toda esa maquinaria es natural un temor en la población de decirse contraria a la gestión de Ortega. Cuando fui a votar conté once personas de la “ola roja” apostadas frente a la casilla y cinco más adentro, para muchos era intimidante y como sostuvo un comentarista: el voto fue más secreto que nunca. Felizmente el PRI no ganó ni en mi casilla ni en mi distrito, no ganó en la colonia de Araujo donde se organizaban numerosas juntas vecinales (y en las cuales descubrieron a un funcionario del IPEPAC) ni en el terruño de Ivonne. A diferencia de las dolorosas derrotas federales del año pasado, la pérdida de la llamada “joya de la corona” no resultó tan amarga pues demostró la fidelidad meridana hacia el PAN y cómo la manipulación puede llevar a los indecisos a votar por el “más popular” y a los reprimidos a votar por el represor, amén de los políticos sin principios que demostraron su falta de valores al renunciar a su partido con tal de recibir un hueso con el PRI. En definitiva se tiene la oportunidad para que aquellas generaciones con menos de 27 años de las se supone tomó el PRI su triunfo conozcan de una vez por todas la realidad de ese partido, sobre todo en manos de tales delincuentes, y enterrarlo de una vez en nuestra capital. No obstante que una derrota no se debe basar en los errores del perdedor sino en las propuestas sensatas del vencedor.
¿Qué esperamos en estos dos años y pico que le restan a Ivonne antes de correr con Peña Nieto cuando se ése se destape? ¿qué le espera a la Araujo? la Sra. Ortega sigue apareciendo en Televisa o en sus filiales como Grupo Fórmula, mientras sus vasallos sostienen ofuscados que está “promoviendo al Estado” (por cierto ¿ya habrá terminado su hotel Ricardo Dájer ante el inminente éxito de la promoción?), en medio de denuncias cada vez mayores, siendo las últimas de los nacionales Roberto Zamarripa y Raymundo Rivapalacio. Respecto a Angélica, se divisa una administración corporativista -plenamente fascista-. Siempre me han tachado de idealista y en más de una ocasión me han dado sendas bienvenidas a la realidad, pero dentro de mi mismo idealismo yo ya puedo afirmar que vamos para mal, así de simple y llano.
Tal como a mí, a todos quienes protestemos nos llamarán artífices de la “guerra sucia”, por eso los priístas auguraron que aquella seguiría ya que era evidente que continuarán con sus arteras violaciones a la legalidad, adelantándose y condicionando a la gente con el mal empleado término para generar prejuicios. Seguirán justificando sus errores con los cometidos en el pasado por otras administraciones, comparándose con el gobierno federal y demás vociferaciones patéticas.
-Pero al final ganamos- me dijeron unos amigos del Revolucionario Institucional –los “panuchos” sólo están ardidos pero ya se les pasará. Ahora verán cómo se gobierna, que no es lo mismo que hacer obras.
Bueno –me dije-, de las repetitivas líneas de acción contenidas en la propuesta electorera de la virtual alcaldesa, casi todas convergen en la obra pública. Respecto a la vivienda es (mal) pensado que ya estaban cocinadas desde el paso su por la COVITEY. Para sus acciones sociales pretende, como su madrina, dar limosna ante su imposibilidad de resolver a fondo los problemas. De antaño recuerdo al tren que se detenía detrás de la T1, de él bajaban todas las personas del interior del Estado que venían a trabajar a Mérida, reflejo de la insensibilidad e incapacidad de las autoridades de los restantes 105 municipios (gobernados por el PRI en aquel entonces) para resolver los problemas de pobreza y desempleo; es así como una buena intención para “integrar a la Mérida del norte con la del sur” no es más que eso, no son cuestiones geográficas ni exclusivas de la capital, incluso si hubieran llevado a cabo el plan “Metropolisur” no se habrían resuelto esas diferencias. Ya veo a la próxima administración presuntuosa de un posible y simple crecimiento en vez de un auténtico pero improbable desarrollo.
Que no diga que lo hará con los 35,000 nuevos empleos que prometió; vean por qué es necesario no desentenderse de la situación: a pesar de la llamativa macro empresa (que en nuestro Estado no ha existido en esta gestión), la economía mexicana y yucateca está sostenida por la microempresa, la cual es aquella con una planta no mayor a 20 empleados; si omitimos los primeros cuatro meses que serán perdidos como suele ocurrir en los cambios de partido, le queda a la siguiente administración dos años; si de esos años ó 730 días restamos los 105 domingos nos quedan 625 días hábiles (e incluso las oficinas de trámites burocráticos para la apertura de negocios no trabajan los sábados ni días festivos pero vamos a ser benévolos); si dividimos esos 35,000 empleos entre los 625 días estamos hablando de la creación de 56 nuevos empleos diarios, es decir casi tres microempresas por día, y eso si es que tienen el capital suficiente para comenzar con sus 20 vacantes llenas.
Con dicha utopía seguramente usarán la ocupación de puestos laborales que ya existían, es decir que no se crearon, que no eran nuevos, para justificar un porcentaje; inflarán las plazas burocráticas además de las acostumbradas “recomendaciones” (no se espanten si ven a 20 empleados dentro de un módulo USE y a 15 usuarios en la fila) y permitirán el regreso de los ambulantes al Centro para contar esa ocupación informal como puesto de trabajo, con algún nombre rebuscado como “autoempleo solidario” u otro término mafufo que complementarán con algún programa populista para que “cuente” con nuevo empleo.
Tal vez nos estemos adelantando y que luego nos echen la culpa de salar; es mejor remitirnos a los últimos sucesos en la Delegación del Seguro Social ya dos veces tomada por presuntos albazos. La gestión ivonnista pretende a un nuevo delegado afín a su partido; se adelantó al supuesto nombramiento de un individuo ajeno al PRI y ahora, tras el encontronazo con el director general, a uno ajeno a Yucatán que se supone se mantendría más al margen de las cuestiones locales. El primer asalto con empleados y ahora con obreros de la CROC ¿por qué tanto interés? es simple: independientemente de las cifras de otras instituciones, los números crudos en cuanto a los empleos siempre los ha dado el Seguro Social ya que se toma su índice de afiliación como parámetro obligado, a diferencia del índice de ocupación y desempleo del INEGI que no le otorga importancia a las características del mismo; como la pretensión del próximo ayuntamiento meridano es crear 35,000 nuevas plazas, mi “profetizado” programa solidario no valdría para maquillar cifras y la inflada nómina burocrática, al otorgar el IMSS las prestaciones médicas al ISSTEY, también se vendría para abajo. Que no salga luego el Pedro Oxté que la toma de instalaciones se hace para el “bien de los trabajadores”, bah. Como diría Martí: si no puede que renuncie, aunque aquí ni han asumido y ya las ven negras, entonces si no podían ¿para qué rayos se postulan?
Al menos este pesimismo no se contrapone a mi idealismo, creo firmemente que algún día el pueblo estará más interesado en participar por el bien común tal como debe hacerse y no sólo “tener el valor cívico de votar en tiempos electorales”.
¿A quién no le gustaría ver 35,000 nuevos empleos y hasta más? tantos que habría que traer a gente de otros municipios y Estados para cubrir tales plazas, ya no en el tren que paraba en los terrenos del Fénix sino en un flamante tren bala. N.R.A.A. Mérida, Yucatán a 26 de mayo de 2010.